¿Quién fue el escritor japonés Osamu Dazai?
¿Quién fue el escritor japonés Osamu Dazai?
El crisantemo buraiha
La corriente buraiha —algo así como los revoltosos literarios de la posguerra japonesa— no ha tenido capitán; solo alguien que, desinteresado quizá, se empeñó en convertirse en algo así como en un mercader del suicidio, alguien con la urgencia de dejar la vida.
Ritual del doble elimine (léase 心中 -shinjyuu- el que hasta ha llegado a ser triple, según el vívido recuento de Wenceslau de Moraes) o literato decadente, bungo decadent. Fementido capitán fue, Osamu Dazai.
«Las Flores del Arlequín» (Douke no hana, 1935)
Fallidos galardones, grandes presagios. Aquel fallido intento al primer premio Akutagawa. Luego «Los últimos años de mi vida» (Bannen, 1936) también perdería homónimo galardón. Ante el primer fracaso, sorprende la misiva del Dazai amenazante, aquel que casi deja a Japón sin su primer premio Nobel: Yasunari Kawata.
Santo de los perdedores
También allí, donde se burla de un gusto ornitológico propicio al ballet (tal como consta en «La Bailarina») del autor de «País de Nieve»; y ante la segunda:
solicita divisa y afirma desde siempre haber considerado a Yasunari Kawabata «un padre» (secretamente, claro). Hisoka ni.
Podemos constatarlo así, canonizándose como un futuro santo de los perdedores...
Un crisantemo tardío
Osamu Dazai nace en 1909 en el seno de una familia acomodada de la prefectura de Aomori.
Abandonando su carrera como pintor ingresa al partido comunista, se matricula en literatura francesa en la universidad de Tokio, aunque abandona cinco años después sin finalizar sus estudios, con deudas y una fuerte relación con una geisha y el alcohol.
Luego de perder sucesivos galardones literarios ven la luz sus dos únicas novelas: Indigno de ser humano y El ocaso, obteniendo escaso éxito de crítica y público. Si bien los intentos de cesar su existencia son sucesivos desde temprano, pone fin a su vida en 1948.
Artículos destacados
¿Quién fue el escritor japonés Osamu Dazai?
Hoy tiene una estatua en Aomori
Con su distintivo haori (una suerte de sobretodo reminiscente a-la Holmes que presta aires intellectualis) o con su consagrada foto, tomándose el mentón sumido en pena, hasta imitada por otros escritores, como Mizumura.
Sin embargo, se ha constatado que, incluso dejar una fotografía que represente la estirpe de su obra, lo inquieto desde la celebrada de Akutagawa tomándose el mentón, aunque sin pena, reflexivamente
Aquella que Shuji Tsushima imitaba cuando estudiante de preparatoria.
Santo de...
Así de intensamente Dazai quería ser Dazai. Dazai era el nombre del antiguo Kyushu, entonces Osamu Dazai pudo ser un Adán Buenosayres o un Carlos Argentino Daneri quizá, uno amante de la literatura rusa, detractor de Hemingway y por excelencia: Santo de los suicidas.
Su gran obra «El Sol que declina» (o «El Ocaso») retrató la decadencia aristócrata con la que coqueteó desde adentro.
Se parodió e inauguró nuevas nupcias con la auto eliminación.
Se adelantó tanto pero tanto, que seguramente ni sus compañeros buraiha, tales como Ango Sakaguchi, el autor de La Tesis que inauguró el individualismo japonés de posguerra, ni el as de la literatura adúltera, Kazuo Dan, ni Ichikawa ni Oda
¡Ni el mismísimo Kawabata! imaginaron que ese Pushkin de Kyushu que enviaba amenazas en forma de misivas infantiles, tendría semejante viento trás de sí
["aquel monumento abstracto", foto actual]
El François Viyon de Aomori
A punto tal que en sus fechas conmemorativas, puntuales parroquianos peregrinen hasta sus restos con puntillosa religiosidad y latente afecto, afirmando que en momentos de angustia, se sienten acompañados por el François Viyon de Aomori.
Sin duda su obra rebosa de otra budeidad, de otro ascetismo; uno irreverente para los cánones. En reiteradas ocasiones (que yo recuerde, tres en cine y dos animada) su vida se adaptó desde su obra «Indigno de ser humano»
(sin embargo hete aquí que, la palabra shikkaku —indigno— no hace alusión alguna a "la dignidad misma", a la dignidad en sí, lo hace puntualmente a la descalificación, a la incapacidad) sin embargo también existieron especiales televisivos que novelaron su vida entera,
profusos de notables, pasión y obediente audiencia.
Flores de otras cosas
La muerte de Dazai se dislocó como un crisantemo tardío, desfragmentándose hasta finalmente cristalizarse como pepitas de oro en el fondo del rio Tama, el 13 de Junio de 1948;
quizá de esa flor surgieron otras
reminiscentes de aquel Dazai que se maravilló con un puente porqué «pensó que había sido construido como un divertimento» y allí se subía —a aquel monumento abstracto— para contemplar el horizonte, más luego, cuán grandemente se decepcionó, al enterarse que su construcción hacía efecto al cruce de dignos humanos, de un lado hacia el otro.
«Sdrucciolo»; aquel Dazai
Aquel Dazai que con Ango Sakaguchi y Chuya Nakahara, el gran poeta de Aomori tiñeron al papel, el retrato de un pueblo compungido. El del Japón, pero de uno que, debía encontrar la belleza sumida en una tristeza desoladora, cual sino evocativa de la dramaturgia de Chikamatsu Monzaemon o la de la de los animes: Aoi bungaku o Bungo Stray Dogs.
Flores de ataviar ausencias
Aquel Dazai que asentó que no hay peor hombre que el que teme ser feliz. Aquel Dazai que, antes de dejarse ataviar por el rio, dejó una última frase, si se quiere, un telón final. Una frase que nunca, jamás, ningún japonés hasta el día de hoy pudo olvidar (se encuentra al final del artículo).
Aquel Dazai de un simbolismo «sdrucciolo» sobre un interlineado tan enigmático como creativo. Aquel que afirmó:
Perdón por nacer ーOsamu Dazai
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